Los aliados no estaban de acuerdo con cómo deberían dibujarse las fronteras europeas tras la guerra. El modelo estadounidenses de "estabilidad" se basaba en la instauración de gobiernos y mercados económicos parecidos al estadounidense, y la creencia de que los países así gobernados acudirían a organizaciones internacionales para arreglar sus diferencias.
Sin embargo, los soviéticos creían que la estabilidad habría de basarse en la integridad de las propias fronteras de la URSS. Este razonamiento nace de la experiencia histórica de los rusos, invadidos desde el Oeste durante los últimos 150 años. El daño sin precedentes infligido a la URSS durante la invasión nazi (27 millones de muertos) conminó a los líderes soviéticos a asegurarse de que el nuevo orden europeo posibilitara la existencia a largo plazo del régimen comunista.